Por ANA LUCÍA ORTEGA (texto y fotos) ©
Este artículo fue publicado en la sección de viajes de
El Nuevo Herald
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El río Matarraña discurre bajo el puente de piedra de Valderrobres |
Para llegar a Valderrobres, uno de los
pueblos más bonitos de España, se viaja serpenteando junto a unas formaciones
rocosas de aspecto tan feroz como hermoso. Incluso en días primaverales, las
nubes cargadas de agua coronan estas sierras, atravesadas por timoratos rayos solares.
Como un onírico lienzo de Gustav Klimt, en
un pináculo asoma el perfil de un castillo medieval, bajo cuyas faldas ronronea
el pueblo de aspecto circular. Apenas tenía calles ni núcleos urbanos visibles,
hasta que hace diez años, se comenzó a rescatar el pretérito sepultado bajo el
paso del tiempo. La piedra, escenario natural del poblado, y la madera, resucitaron
convertidas en típicas casas solariegas, plazas y muros, que recuerdan un esplendor
de otros tiempos.
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Villafamés.
Al fondo las ruinas del castillo
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Ya se palpa añoranza, se adivinan figuras
de caballos galopando hacia el castillo o la iglesia gótica, unidos siete
siglos atrás por un pasadizo, o la doncella apoyada sobre la ventana
festejadora del fuerte, bajo la luz mortecina del salón de chimeneas.
Las enredaderas trepan por balcones, pórticos
y tapias; y tiñen de esmeralda la áspera perspectiva de la montaña, que rememora
las escaramuzas de las cruentas guerras carlistas, razón de los destrozos de la
arquitectura y las obras artísticas de tantos poblados aragoneses.
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Morella |
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Catedral de Santa María la Mayor
de Valderrobres (1340) |
En este pueblo de Teruel, se concentra la
mayor cantidad de la población de la comarca de Matarraña, bañada por el río
del mismo nombre. Este afluente del Ebro que nace en Tortosa, discurre bajo un puente
de arcos de piedra del siglo XIV, que le aporta a Valderrobres una fisonomía de
ensueño bucólico. Atravesándolo y franqueando la Puerta de San Roque, una de las
sobrevivientes de la antigua muralla, se accede al casco urbano.
Las canteras de alabastro de esta región
española son famosas mundialmente, al ser una de las mayores productoras junto
a Italia, Grecia o Egipto. El mineral traslúcido que se asocia a los antiguos
frascos de perfume procedentes del Oriente, se usó en el medioevo para decorar
muchas iglesias europeas, y en los pueblos turolenses, siguen luciendo en
ventanales y rosetones góticos. La catedral de Santa María la Mayor de
Valderrobres (1340), destaca entre las joyas arquitectónicas del gótico
mediterráneo, donde el alabastro blanco de sus fastuosas vidrieras resalta
sobre el pajizo de la piedra.
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Soportal en Calaceite |
Valderrobres comparte esa monumentalidad
histórica casi intacta, con otros pueblos de los más bonitos de España: Calaceite
y Alcañiz, en su misma comarca; y los poblados de las tierras del Maestrazgo, Mirambel
y Cantavieja. Coinciden en presumir de los buenos productos de sus tierras,
como excelentes quesos de cabra, vinos, mieles, mermeladas, jamones, un aceite
de oliva de gran calidad y deliciosos postres, elaborados con almendras de la
variedad Marcona, muy demandadas en la producción de turrones navideños y los
característicos guirlaches aragoneses.
Los inconfundibles soportales de Calaceite
cobijan rincones con encanto; las calles estrechas del casco antiguo y las
ventanas de las mansiones, con balcones de hierros forjados y volados de piedra,
evocan elementos de la arquitectura italiana, debido a que Aragón, Cerdeña y
Sicilia, formaron parte de los reinos del monarca Fernando el Católico. La iglesia parroquial de la Asunción de Nuestra
Señora, de estilo barroco, emergió sobre restos del primitivo templo gótico, ya
desaparecido. Sus dos columnas salomónicas soberbias, escoltan la puerta
central, decorada con clavos de forja de una belleza que impresiona.
Tan solo treinta minutos separan a
Calaceite de Alcañiz, otra villa destacada por su belleza urbana y sus
tradicionales fiestas de Semana Santa, refrendadas en 2005 de Interés Turístico
Nacional. Es uno de los nueve pueblos de la “Ruta del tambor y del bombo”, declarada
Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco. Cuando la
tamborrada comienza el viernes santo, el estruendo no mengua hasta el día
siguiente. Alcañiz, tiene detalles que lo hacen singular entre otros poblados
de la ruta: no se toca el bombo, solo los tambores, y lucen simbólicas túnicas
y terceroles celestes, en lugar de vestimentas blancas o moradas.
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Ventanales de Calaceite |
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La plaza porticada de Cantavieja |
En
las tierras del Maestrazgo
Aún en territorio de dinosaurios y de los
legendarios amantes (de Teruel), los campos de templarios que se extienden a
caballo, entre el Teruel aragonés y la provincia valenciana de Castellón,
constituyen la comarca del Maestrazgo.
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Portal de las Monjas, símbolo de Mirambel |
Mirambel, capital del Alto Maestrazgo, es
un pueblo medieval amurallado, con un patrimonio arquitectónico de los más
valiosos de Aragón, tan bien preservado, que da la impresión de ser un set cinematográfico
de un acabado perfecto, que le ha merecido el Premio “Europa Nostra” en 1982. Lo más
representativo de esta villa es su símbolo: el “Portal de las Monjas” (s. XVI),
adosado al convento de clausura de las Agustinas. Una puerta de la muralla, con
una galería de tres plantas en su parte superior, con celosías de barro, yeso y
madera, de lo más singular en esta ciudadela medieval.
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Casa noble en venta, Mirambel |
Es curioso hallar aquí un palacio que se
vende, y que las ruinas de un castillo templario estén cercadas para evitar el
saqueo de las piedras auténticas. Genuino escenario de película, gracias al
rodaje en la Casa de los Julianes de Tierra
y Libertad, del laureado director inglés Ken Loach; e inspiración de la
novela La Venta de Mirambel, escrita
por uno de los principales representantes de la generación del 98, el escritor vascuence
Pío Baroja.
Cantavieja es otro de los pueblos más
bonitos de España, separado de Mirambel por ocho kilómetros de carretera
precaria, que descubre un paisaje pastoril encantador. En medio de su estructura
medieval, destaca la plaza porticada donde se encuentra la iglesia de San
Miguel, del gótico levantino. Bordeando los restos de las antiguas murallas que
se resisten al progreso, se aprecia la sierra de El Rebullar, un quimérico
espectáculo natural. Se dice que el nombre del poblado proviene de tiempos
bélicos, cuando las mujeres cantaron y tocaron los tambores con tal estruendo,
que el ejército supuso al poblado una plaza inexpugnable.
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Vista umbría de la Sierra de El Rebullar, en Cantavieja. Idílico escenario rodeado de historia. |
En
las villas levantinas
Morella es otro de los pueblos más bonitos
de España, con nombre de mujer, situado en la provincia valenciana de Castellón
y capital de la comarca de Els Ports. El binomio de una rica herencia cultural que
se vive en las fiestas medievales del fuego y los demonios, o las de la virgen
de La Balma cada ocho de septiembre; y sus parajes de ensueño, la convierten en
un reclamo turístico imposible de eludir.
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El simbolismo en Morella
aparece en cualquier recodo |
Fascinan la visión del castillo, edificado
en la propia roca natural (s.XIII); y dentro de la muralla, la Arciprestal
Basílica Santa María la Mayor, de una fachada gótica colosal, el retablo churrigueresco dorado, la escalera
de caracol de yeso policromado, y la fachada que involucra siglos entre la
puerta, el tímpano y los contrafuertes de estilo plateresco. Imposible dejar
Morella sin probar los tradicionales Flaons
rellenos de requesón y almendras.
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La belleza recoleta de callejuela en Villafamés |
Pasando el meridiano de Grenwich y
precedido por abundantes fábricas de azulejos, se llega a Villafamés, lugar que
presume de ser otro de los pueblos españoles más bonitos. Las callejuelas en
cuesta desembocan en rincones cargados de magia, las fachadas blancas rematadas
en color chocolate reposan el almuerzo, y algún recoveco semeja un verde nido
de amor. Hay embrujo en el barrio judío llamado cuartijo y en las ruinas del castillo cristiano. Desde lo más alto
del pueblo, se aprecian vistas espectaculares y hasta alimenta el olor de los quesos
de cabra con su pátina natural. La popular Roca Grossa de más de dos mil
toneladas y asociada a alguna que otra leyenda, luce en mitad del pueblo, y los
turistas se afanan por hacerse el mejor selfie.
Los postres típicos son los almendrados y los singulares cristines.
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La famosa Roca Grossa, Villafamés |
Entre la desconocida Toscana española
hasta la Costa Azahar, no pasa inadvertido Peñíscola, otro de los pueblos más
bonitos de España, y uno de los más visitados en las rutas turísticas. Tierras
legendarias, con huellas árabes y signos templarios, y donde esta Orden sufrió
el final de su último baluarte. Ese castillo cubierto de glorias pasadas, en
1411 se convirtió en sede pontificia por voluntad del Papa Luna, Benedicto
XIII, y fue el escenario de su muerte. Aquí escribió el llamado antipapa, su
obra El libro de las consolaciones de la
vida humana.
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Paso subterráneo cerca del
Castillo del Papa Luna |
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Vista de la playa de Peñíscola desde los jardines del Castillo del Papa Luna
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Más allá de las fábulas y el discurrir del
tiempo que moldeó el carácter de este encantador pueblo, se respira el aire
marino desandando por recoletas y empinadas callejuelas, se disfruta de la
visión del faro, de pasear bajo decanos arcos de piedra, y se alegra la mirada
con los parques de palmeras que ocupan el entorno. En los días de mar encrespado,
el mar penetra cruzando bajo el malecón hasta los edificios, las olas revientan
y saltan, arremolinándose, por entre los agujeros rocosos a ras del suelo. A esta
explosión de agua marina le llaman el rebufo
y los propietarios del bar chill out que
conviven con el espectáculo, estarán satisfechos de que atraiga a esos niños y curiosos,
que les gusta empaparse con la lluvia salada.
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