Quienes no la conocen, no pueden imaginar lo que encierra Cuenca, una ciudad de cerca de 50 mil habitantes proclamada Patrimonio de la Humanidad, que se encuentra a hora y media de la capital de España. De ella se tienen evidencias desde la prehistoria. Tierra de pueblos feroces, dio cobijo a las huestes romanas y fue conquistada por musulmanes, que a su vez fueron derrotados por los cristianos de la mano del monarca Alfonso VIII de Castilla (Reinado: 1158-1214).
Paisajes agrestes que rozan lo sublime por su esencia insólita. Inverosímiles y fantásticos como su historia. Arquitectura sólida y tan curiosa como la naturaleza. Así es Cuenca. La serranía conquense y en concreto, la Ciudad Encantada, sirvió de escenario a algunas escenas de la película “Conan el bárbaro” (1982) protagonizada por Arnold Schwarzenegger. Desde 1929 estos parajes cuentan con la denominación de Sitio Natural de Interés Nacional y aquí podrá contemplar las pintorescas formaciones rocosas que los elementos atmosféricos han modelado durante siglos. (Precio de la entrada 3 €, niños gratis) http://ciudadencantadacuenca.com.
Las Casas Colgadas son las que han atraído siempre a los turistas. Se conservan tres construcciones con balcones de madera en voladizo de las tantas que habrían existido en la antigua ciudad. Aparentemente como su nombre indica “cuelgan” dando la cara al río Huécar. En su interior se puede visitar el Museo de Arte Abstracto Español, de la Fundación Juan March, abierto al público de martes a domingo. Su emplazamiento la convierte en un atractivo reclamo que no deja indiferente a nadie. (www.march.es/arte/cuenca). Otro símbolo de la ciudad es la Torre Mangana elevada sobre el mismo lugar donde estuvo el Alcázar árabe.
Cuenca está dividida en dos. La ciudad alta es la de mayor atractivo para el turista porque concentra la arquitectura medieval, donde pueden verse los conventos habitados por las monjas de clausura e iglesias que mantienen vivo el culto. Es la ciudad Las Turbas”, la procesión teñida del morado de los nazarenos que cada viernes santo sale camino del Calvario a golpe de clarines y tambores. La parte baja es la zona del tapeo y el desquite, de los bares y terrazas donde la gente se anima con el vino, el jamón y las aceitunas. Amparada por la música y el animado ambiente nocturno, la noche se hace eterna.
Volviendo al risco donde asoman su faz las Casas Colgadas se tiene una vista excelente del entorno conquense de la ciudad alta. La piedra y las casas recias dejan poco lugar a la vegetación y salta a la vista que el núcleo urbano creció protegiéndose de los enemigos. La ciudad fortaleza erigió sus viviendas con cimientos sobre las rocas. Desde aquí la vista recorre el puente de San Pablo que une el casco antiguo con el Monasterio de igual nombre y en el camino se encuentra con el Parador Nacional.
El Parador de Cuenca se inauguró en el antiguo convento de San Pablo del siglo XVI. No puede estar en un sitio mejor: en la Hoz del río Huécar y frente a las Casas Colgadas. (Acepta: Visa/ American Express/ Dinners/ Maestro) Podrá reservar variadas excursiones a los alrededores de Cuenca y disfrutar del claustro acristalado y la antigua capilla que son ahora una fabulosa cafetería. Para bolsillos menos generosos también hay variada oferta hotelera.
La Catedral y el ayuntamiento son dos edificios que hay que visitar. La primera, erigida en la Plaza Mayor desde finales del siglo XII, está consagrada a Nuestra Señora de Gracia y es de estilo gótico. Nació en el lugar donde estuviera emplazada la antigua alcazaba musulmana -fortaleza que servía como defensa militar- y se convirtió en el símbolo del final del islam y del comienzo de la era cristina en esta zona, además de ser la precursora del estilo gótico castellano que influyó en la Catedral de Toledo, construida más tarde. Para visitarla, hay que consultar los horarios como en todo lugar de culto y las tarifas rondan los 2,80 €.
El ayuntamiento (Barroco del S. XVIII), es una construcción que compite en relevancia con la Catedral. Sorprende cómo el arquitecto que la diseñó supo dotarlo de ligereza con la arquería de la fachada para dejar abierto el acceso a la Plaza Mayor en la cual subsisten los monumentos que hacen de esta ciudad un emblema del patrimonio histórico.
No puede dejar de visitar los Barrios del Castillo y de San Pedro. En el primero todavía son visibles las ruinas de la alcazaba, a las que se accede cruzando el arco del Bezudo. En San Pedro, entre recovecos, predominan las iglesias y conventos: el de las Carmelitas Descalzas, el de las Angélicas, y las Iglesias de San Nicolás de Bari y la que da nombre al barrio.
Se pueden hacer paseos muy curiosos desde la Plaza Mayor atravesando un par de pasadizos. El primer corredor cubierto por un arco ojival es el que le conduce hasta el Barrio de San Miguel. El otro comienza en el Convento de las Petras y nos lleva hasta la Plaza de San Nicolás donde está la iglesia. Partiendo de la calle Pilares puede llegar al Convento de los Descalzos para ver en el jardín la “Cruz del Convertido”. Esta cruz da cuerpo a una de las leyendas más populares de Cuenca. Se dice que conserva las huellas del zarpazo del diablo cuando quiso dar una lección a un pecador y la mano de la víctima grabada en la piedra cuando se abrazó a la cruz buscando su salvación.
Andar Cuenca abre el apetito. Y cualquier sitio es bueno para degustar el sabor de este trozo de Castilla. El plazo más conocido es el morteruelo, realizado con hígado de cerdo, carne de perdiz o liebre, jamón serrano, gallina, manteca de cerdo, nueces y muchas especies. Picante y oloroso. Un postre heredado de la tradición árabe es el alajú, confeccionado con almendras, higos y miel, envueltos en una oblea. Sin ir más lejos, un goce para el paladar. Déjese envolver por Cuenca. No se arrepentirá.
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Publidado el 25 de noviembre de 2013
También en Pasaporte-Viajes de El Nuevo Herald
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